Una de las grandes dudas que tienen la gran mayoría de autónomos que operan en el territorio español, es el mejor momento para constituirse como sociedad mercantil, o dicho de otro modo, cuando pasar de ser u operar como a autónomo a empresa.
En este post vamos a compartir todas las claves que deben tenerse en cuenta a la hora de dar el paso, para poder elegir como autónomos el mejor momento. Del mismo modo, vamos a compartir una serie de ventajas que este cambio proporciona a los autónomos, que suelen ser las que animan a los profesionales a dar este paso.
¿Qué tipo de sociedad mercantil suele ser la elegida por los autónomos?
Por norma general y salvo casos excepcionales, la mayoría de autónomos que operan en el territorio español optan por constituirse como Sociedad Limitada, ya sea general o unipersonal (S.L o S.L.U).
Esto no es casualidad, ya que es el tipo de sociedad mercantil más popular en España, siendo la más utilizada por parte de los pequeños empresarios españoles para proteger su patrimonio personal y disfrutar de todas las ventajas que brinda operar como persona jurídica o sociedad mercantil.
La única diferencia entre una SL y una SLU, viene dada por el número de socios que aportan el capital social de la empresa. Si toda esta aportación recae sobre un único individuo, estamos hablando de una SLU o Sociedad limitada unipersonal.
¿Cuándo merece la pena hacer el cambio de autónomo a empresa? Ventajas y beneficios
A continuación, vamos a analizar el momento en el que merece la pena pasar de autónomo a Sociedad Limitada, citando una serie de ventajas y beneficios que esta constitución como empresa brinda al futuro empresario.
Beneficios fiscales
Y es que, un autónomo al ser persona física, tributa mediante el IRPF, en lugar del IS o impuesto de sociedades con el que tributan las empresas o personas jurídicas. Los tramos en los que un autónomo tributa en el IRPF van desde el 19% hasta el 36,5%, llegando a tributar en algunos de los tramos más altos hasta casi un 50% (47,5%).
Las empresas, por otro lado, tienen un tipo impositivo del 25% general, que suele estar reducido al 15% en sus primeros años de vida. Si como autónomo comienzas a tener un cifra anual notoria de beneficios (superando los 45.000€) es recomendable que cambies a empresa para reducir tu carga fiscal.
Eliminar el riesgo y proteger tu patrimonio personal
Y es que al ser autónomo, responden ante las deudas fruto de tu actividad económica con todo tu patrimonio personal. Las sociedades mercantiles, por contra, sólo responden de forma limitada con el capital aportado por cada uno de los socios.
Esta protección del patrimonio personal es una de las ventajas más notorias que nos brinda constituirnos como sociedad mercantil.
Facilidad para conseguir financiación y hacer crecer tu negocio
Y es que al estar constituidos como sociedad mercantil, es más sencillo acceder y disfrutar de ciertas fuentes de financiación, facilitando la entrada de nuevos socios si se busca crecer en capital social, o llegando a acuerdos con entidades financieras si se busca crecer con financiación externa.
Creación de imagen de marca y mejora de la reputación en el sector
Una empresa constituida nos permite crear una imagen de marca, que se asocie a la persona jurídica en lugar de nuestra persona como autónomos.
Por fortuna o por desgracia, la imagen y confianza que tienen las entidades financieras, empresas y todo tipo de partners de negocio de los autónomos es peor que la que se tiene de las empresas, motivo por el cual constituirse como SL puede abrirnos muchas puertas.
Posibilidad y facilidad de aumentar tu capacidad laboral con la contratación de empleados
Y es que si estamos creciendo como negocio, estar constituidos como sociedad mercantil nos permite la contratación de nuevo personal para aumentar nuestra capacidad de trabajo, llegando a disfrutar de algunas ventajas y deducciones fiscales dependiendo del tipo de contrato y el perfil del empleado contratado.